La colaboración entre humanos e IA es cada vez más necesaria y se está convirtiendo en la norma en el lugar de trabajo. Pero, ¿esta colaboración siempre tiene éxito? ¿Cómo podemos optimizar esta dinámica para que ofrezca los resultados esperados en la empresa?
La presencia de la Inteligencia Artificial en el mundo empresarial siempre promete grandes cosas: productividad, eficiencia y resultados óptimos. Y aunque no se trata de promesas vacías, la realidad es que no es una tarea fácil.
Como siempre, hay muchas otras variables que influyen en la colaboración entre las personas y las máquinas inteligentes. De hecho, un estudio de Deloitte titulado «El estado de la IA en la empresa» señala que El 47% de las empresas siguen diciendo que la IA genera miedo o preocupación. Esto significa que aún quedan desafíos por superar para lograr una colaboración exitosa entre humanos e IA que no amenace el bienestar de los empleados.
Sin lugar a dudas, el impacto de la IA en el trabajo diario tiene múltiples ventajas. Sin embargo, IG Metall, el sindicato de trabajadores más importante de la industria metalúrgica de Alemania, ha observado una tendencia al alza en los niveles de estrés laboral cuando se introducen nuevas tecnologías sin proporcionar la formación y la información adecuadas a los empleados.
En muchas situaciones, la experiencia especializada es imprescindible para mitigar los riesgos potenciales asociados con la integración de estas innovaciones tecnológicas en el entorno laboral.
IA generativa (GAI) es el tipo de inteligencia que se ha hecho popular recientemente. Es el que se ha abierto camino incluso en los trabajos más creativos de las empresas. Cuando hablamos de IA generativa, nos referimos a los sistemas de inteligencia artificial que pueden crear contenido mediante algoritmos de aprendizaje automático.
En otras palabras, la IA generativa ha revolucionado muchas áreas: desde el diseño y la creatividad hasta la automatización de tareas y la interacción con los clientes. Sin embargo, también plantea desafíos éticos y legales. Y, sobre todo, provocó la preocupación de los trabajadores por perder sus puestos de trabajo al ser reemplazados.
Sin embargo, ha quedado claro que incluso para poder aprovechar la IA, se necesitan inteligencia e intervención humanas. Por lo tanto, no se trata de reemplazar a los empleados, sino de empoderarlos para que puedan aprovechar la IA en su beneficio.
Para superar este desafío y mejorar la colaboración entre los humanos y la IA, es necesario que las empresas pongan en práctica los siguientes principios:
Para impulsar una mejora real en la relación entre las personas y las máquinas inteligentes, comience por centrarse en cómo puede transformar la experiencia digital de los empleados. Los verdaderos líderes del sector no se centran en los beneficios a corto plazo de la implementación de la IA, sino en implementarla, pero en términos del bienestar de los empleados. Esto la convierte en una ventaja competitiva sostenible, es decir, a largo plazo.
Jacqui Canney, actualmente directora de personal de ServiceNow, sostiene que «en un entorno de trabajo empoderado, las líneas entre humanos y máquinas se están difuminando. Este cambio significa que los directores de recursos humanos (CHRO) deben asumir un rol renovado y significativamente ampliado. Centrarse en gestionar el desempeño conjunto de los seres humanos que colaboran de manera más estrecha con máquinas inteligentes».
Sin embargo, es discutible si la tarea recae en el CHRO. Si es así, las empresas también deberían capacitar a los gerentes que han estado ejerciendo desde antes de que surgiera este problema. Independientemente de quién asuma la tarea, lo esencial es que alguien capaz la asuma.
Los líderes deben designar esfuerzos para explorar y comprender las interacciones entre los seres humanos y la inteligencia artificial. Para ello, pueden:
La intención es que todo este material se analice con detenimiento. A partir de ahí, se deben prever puntos de mejora que sean beneficiosos tanto para el empleado como para la organización.
En realidad, en la era de la IA, lo que está ocurriendo es una transformación en la naturaleza del trabajo. Los empleos evolucionan y se adaptan a las nuevas realidades de un mundo digitalmente avanzado.
Las empresas, tanto grandes como pequeñas, deben tomar nota de este cambio significativo. Deben ser proactivas a la hora de redefinir las funciones, las actividades y las responsabilidades de sus empleados. Esto significa reevaluar cómo las habilidades humanas únicas pueden complementar y mejorar la eficacia de la IA.
Además, las organizaciones tienen la oportunidad de crear nuevos empleos al aprovechar la intersección entre estas habilidades.
Ya lo hemos mencionado, pero no se puede exagerar: las empresas deben invertir en la formación de sus empleados.
En primer lugar, a medida que las tareas más simples y repetitivas se automatizan, los empleados deben centrarse en tareas más complejas y estratégicas.
En segundo lugar, necesitan las habilidades para manejar las nuevas tecnologías a un nivel óptimo. Una empresa que quiera innovar digitalmente no tendrá éxito si no invierte en la formación de sus empleados. ¿De qué sirve tener tecnología si no hay nadie que sepa sacarle el máximo partido?
La formación de los empleados debe ser solo una parte de un proyecto mucho más amplio: el de orientar la cultura corporativa hacia el aprendizaje, la innovación y la mejora continua.
Para ello, los líderes deben fomentar la experimentación, la asunción de riesgos y las perspectivas únicas. Esto da paso a una mentalidad de crecimiento que no ve el cambio como un problema sino como una oportunidad de crecimiento.
Por lo tanto, se impulsará la colaboración entre humanos e IA porque la IA no será una amenaza, sino un nuevo desafío que superar.
En general, la colaboración entre humanos e IA sigue siendo un panorama muy nuevo. Pero uno al que tenemos que adaptarnos gradualmente. Las empresas deben concebir el entorno de trabajo en sí mismo como un ecosistema en constante evolución. La época de los entornos y sistemas estáticos ya pasó. Las empresas que buscan el éxito deben ser ágiles y adaptarse al cambio.
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